lunes, 8 de abril de 2019

Los farolillos de melón. Una tradición perdida




Cuando yo era pequeña, recuerdo que en las noches de verano nos juntábamos los niños de la calle para lucir los farolillos que nos habían hecho nuestros padres.

Estos eran de melones pequeños y amarillos, los más baratos por ser fruta de temporada. En primer lugar, les quitaban el círculo superior para poder vaciarlos; a continuación, les sacaban toda la pulpa y con cuchillos afilados o navajas les hacían dibujos de flores, caras… que, cuando se les ponía una vela encendida en el centro, se trasparentaban. El sostén de los faroles era un hilo fuerte para que no se desarmaran.

Cuando el farol estaba dispuesto, salíamos los zagales cantando por las puertas de las casas: "Avellanicas torrás, no comprar que están salás", y numerosas carcajadas inundaban el ambiente caluroso de la noche.  

Mi madre me refirió que, cuando ella era pequeña, los niños hacían lo mismo, pero hoy es una tradición perdida.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

lunes, 1 de abril de 2019

Salsa de alcachofas. Receta de la abuela





Este plato se hace con todos los ingredientes en crudo, es un excelente depurativo y una exquisitez.

Ingredientes para cuatro personas

-unas diez alcachofas que pelaremos hasta llegar a la parte blanca y pondremos en agua con limón para que no se oxiden, después, las cortamos en cuatro trozos cada una;

-una o dos cebollas cortadas a cuadritos

-tomate rallado, uno grande

-ajos tiernos, ocho o diez, o duros laminados, dos o tres

-orégano al gusto

-cominos, una cucharadita

-sal

-Vino blanco, un buen chorro

-una cucharada de aceite de oliva por comensal

 

Una vez que hemos echado todo esto en la olla, lo removemos bien con las alcachofas y cocemos. Hay que tener en cuenta que si la olla no es a presión tarda más, pero puedes ir pinchando las alcachofas para comprobar su cocción. En caso de ser a presión, cuando suba esta, están cocidas en tres minutos.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 26 de marzo de 2019

Reflexión. Otra mirada




Desde que escuché un día en clase una extraordinaria reflexión de Campoamor, poeta del Realismo español, pasó a formar parte de los referentes de mi vida.  La famosa sentencia afirma: "En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".

Creo que lo de la botella, sí, eso de verla más llena o más vacía según quien la mira, es más moderno, pero ambos textos encierran el mismo mensaje, cada uno de nosotros es dueño de cómo ver las situaciones, es decir, que un poquito de esfuerzo nos podría ayudar para lanzar otra mirada sobre las cosas.

Querida Juana Mari espero que tu botella esté medio llena y el cristal por el que miras sea el de la esperanza.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 21 de marzo de 2019

Reflexión sobre el altruismo




Últimamente estoy descubriendo como nuevas situaciones que, por desgracia, son el día a día para mucha gente. ¿Quién no ha oído hablar de las donaciones de sangre que asiduamente se hacen de manera altruista? Creo que es algo grande poder ayudar a que muchos vivan y otros mejoren su vida con la transfusión hemática. Cada gota que entra en tu cuerpo es un regalo de solidaridad que posibilita que tu motor vital siga trabajando.

Desde aquí quiero dar las gracias a esas personas anónimas y en especial a mi amiga Mª Rosa que sé que lleva muchos años participando en estas hermosas donaciones.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 19 de marzo de 2019

Diferencias entre el léxico de España y el de América




Tras la llegada a América de Cristóbal Colón, son numerosos los europeos que deciden trasladarse al Nuevo Mundo buscando mejorar su fortuna. Estas variopintas gentes se trasladan a las zonas conquistadas y llevan con ellos sus costumbres, tradiciones y su léxico local, influyendo en las variaciones de los dialectos autóctonos.

El idioma es un elemento vivo y en constante evolución con tendencias a proseguir los cambios iniciados en su forja como lengua diferente de la que procede; cuando el español llega a América, se están produciendo en él constantes cambios en su camino hacia el idioma moderno que hoy hablamos tantos millones de personas. Lo llevan a aquellos lugares tan lejanos numerosos conquistadores andaluces, extremeños, canarios y gallegos, así como un gran número de misioneros de distintas zonas peninsulares con sus diferencias de pronunciación en relación al idioma estandarizado.

Todos estos cambios lingüísticos favorecen en la actualidad numerosas diferencias de significado en la misma palabra en España o en la diversidad de América, que el DRAE recoge especificando los lugares donde significan una u otra cosa.

Vamos a ver algunos ejemplos:

Pitillo: "Cigarro" en España; "pajita para sorber líquidos" en Venezuela o Colombia; "canutillo" (planta) en Cuba.

Argolla: "aro grueso para colgar algo" en España; "anillo de compromiso" en Argentina y once países más; "pendiente en forma de aro" en otros siete países.

Concha: "cubierta de molusco o tortuga" en España; en América es malsonante en siete países donde significa "coño" (vulva y vagina); en otros países su significado es "desfachatez".

Carro: "carruaje" en España; en América "coche".

Bolígrafo: "útil con tinta para escribir" en España; en América "lapicera".



La lista podría ser interminable, pero, si os interesa este tema, os remito al DRAE.   

 


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

Las collejas. Un regalo de la naturaleza




colleja1(DRAE)

Del lat. caulicŭlus, de caulis 'tallo'.

1. f. Hierba de la familia de las cariofiláceas, de 40 a 80 cm de altura, con hojas lanceoladas, blanquecinas y suaves, tallos ahorquillados y flores blancas en panoja colgante, que es muy común en los sembrados y parajes incultos, y se come en algunas partes como verdura.

 

Las collejas son un excelente regalo de la naturaleza; nacen silvestres aunque también se pueden cultivar. Su sabor en algunos guisos puede parecerse al de las espinacas, pero, como son más pequeñas, están más tiernas y son más finas para el paladar. Se pueden consumir reducidas en la sartén con ajos tiernos y poco aceite, en potaje, arroz, tortilla, revueltos…

Hay que tener en cuenta que solo se consumen las hojas, que suelen ser pequeñas. Entre sus numerosas propiedades destacan que son antioxidantes, depurativas con propiedades diuréticas y ricas en calcio y magnesio.

Cuenta la gente mayor de la zona que, cuando los alimentos estaban escasos, comían muchas collejas porque salían al campo y la tierra se las regalaba.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 12 de marzo de 2019

Los rezadores, una tradición latente




Los tiempos nos modernizan las ciudades y nos acercan el progreso; antes los pueblos estaban dejados de la mano de Dios en temas tan importantes como el de la salud pública; había escasos servicios sanitarios y la gente tenía que pagar las consultas o igualas para reducir su coste. Por supuesto que en los pueblos pequeños no disfrutaban de esta atención y menos en los cortijos y zonas alejadas. Las personas se tenían que valer de lo que tenían a mano, como las hierbas medicinales que conocían por los saberes que pasaban de padres a hijos y de gentes que rezaban ciertos males.

En los pueblos también había rezadores y vecinos que colocaban los huesos en su sitio cuando alguien tenía la desgracia de darse un golpe o simplemente se le salían con frecuencia. Generalmente esta gente no cobraba y los que acudían a ellos les regalaban cosas tan cotidianas como un kilo de plátanos, un bote de leche condensada o unas humildes patatas cultivadas por ellos mismos.

En mi calle había dos personas que desinteresadamente ayudaban a sus conciudadanos; una de ellas, según me comentó su hija, había nacido con "manto" y por eso tenía "gracia"; "el manto" es la placenta que sale sin romperse y también me comentó que, a su vez, su hija también había nacido con "manto", es decir, la nieta de la rezadora. Yo vi cómo esta mujer efectuaba sus rezos; en una ocasión una parienta de mi madre le pidió el favor de que le rezara a su hijo pequeño el "mal de ojo"; el crío llegó esgonzado y con muy mal color porque llevaba varios días sin comer. La acompañamos mi madre y yo a la casa de la rezadora y la mujer recitó una serie de oraciones repetidas sobre el niño y, cuando se le abrió la boca varias veces, dijo que el crío ya estaba mejor. Y en efecto, en mi casa empezó a darle la madre de comer y el niño a reaccionar. ¡Sorprendente!

En otra ocasión la observé mientras "sacaba el sol de la cabeza" a otra persona; puso una sartén con agua fría sobre la cabeza, estopa y un vaso sobre la estopa, bocabajo, y, cuando el agua se metió en el vaso, confirmó que ya se había salido el sol.

También rezaba la "carne cortá", lo que se conoce como esguince, y ni siquiera necesita ver a la persona, solo tenía que saber su nombre. A mi novio en aquellos tiempos, mi marido hoy, como era de tobillos flojos, se la rezó en varias ocasiones.

Hoy esta tradición aparentemente inactiva parece que todavía se conserva, pero la gente ha aprendido a ir al médico y a razonar algo más sobre estas cuestiones. Aunque cada vez veo más cochecitos de niños pequeños con una Cruz de Caravaca con un lacito rojo, colgada del carricoche sobre donde se pone la cabeza del niño. La Cruz tiene un fuerte sentido religioso y protector para los creyentes, pero también está relacionada con lo esotérico que la vincula a su defensa y protección contra el "mal de ojo".

Creer o no es una cuestión muy personal; yo considero que, mientras que los rezos sean exteriores y la gente no tenga que tomar nada ni recibir unturas, quien crea en estas cuestiones no pierde nada si las pone en práctica, sobre todo, si ha visto que su familia ha tenido por costumbre echar mano de estas personas; ahora bien, no podemos sustituir la medicina ejercida por excelentes profesionales por prácticas que pueden perjudicar si no se atiende a tiempo un determinado mal.  


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

sábado, 9 de marzo de 2019

Aproximación a la literatura. Cuento




Un cuento es un relato más o menos breve generalmente de ficción protagonizado por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo. Suele ser conciso y con una única línea argumental. La voz del narrador, por lo general, predomina sobre el monólogo, el diálogo o la descripción. Sus orígenes son remotos, orientales y se caracterizaban por el anonimato de su autor; como ejemplo podemos hacer referencia a Las mil y una noches.

 

Cosquillas en el corazón

 

Por diciembre la vida se duerme. Aquel día de invierno hacía un frío terrible y casi nadie se atrevía a salir a la calle; la nieve helada había convertido las aceras en pistas de patinaje, pero aquel niño pequeño no se movía del lado de su madre que, pacientemente, zarandeaba las sabrosas castañas en su agujereada sartén esperando que alguien se las comprara.

Ernesto había tenido la suerte de nacer en una casa con recursos, disfrutaba de buena ropa de abrigo, juguetes en abundancia y la suerte de poder comer a diario. Siempre que se asomaba por la ventana de su casa, veía a aquella pobre gente que luchaba contra el frío y contra el hambre con gran resignación. En alguna ocasión les había comprado castañas y había percibido que aquel niño era más o menos de su edad. Le daba una enorme pena ver a diario, días laborales y festivos, la estampa repetida de esos desfavorecidos luchando contra la miseria.

Aquel día frío de invierno era muy especial, había llegado la Nochebuena, cuando se reúnen las familias y comen y cantan, y se divierten. Pero Ernesto no tenía casi familia y, además, vivía muy lejos, y pasaba esos días tan señalados solo con sus padres. Mientras miraba por la ventana tuvo una gran idea, ¿y si les propongo a mis papás que invitemos al niño y a la señora de las castañas a cenar con nosotros? Dicho y hecho, ¡qué suerte tener unos padres tan comprensivos!

Cuando los invitados llegaron al salón de la casa, se sorprendieron de la buena temperatura que hacía en el interior; la madre de Ernesto, con mucha delicadeza, les propuso que se asearan y pusieran las ropas que les había preparado. Una vez sentados en la mesa, se sonreían unos a otros como síntoma de complacencia; cuando estaban a medio comer, el niño castañero, Miguel, comenzó a reír a carcajadas, que contagió a los demás y, cuando le preguntaron los papás de Ernesto que de qué reía así, respondió complacido que era la comida la culpable, que al llegar a su pobre estómago vacío le hacía grandes cosquillas, y añadió que ahora comprendía por qué los niños que comen todos los días sonreían tanto y eran tan felices.

Aquella lección dejó a la familia sin respuesta y el primero en reaccionar fue Ernesto que, después de hablar con sus papás aparte, compartió con su nuevo amigo sus ropas y sus regalos de Navidad y, además, entregó a aquella pobre gente un cheque mensual para que pudiera ir al colegio y comer a diario.

A pesar del regalo, Miguel, cuando salía de la escuela, acudía a ayudar a su madre y a hacer los deberes en la casa de Ernesto, que siempre fue su amigo. Una de aquellas tardes el visitante comenzó a reír a carcajadas como en la Nochebuena en la que se conocieron y, cuando Ernesto le preguntó que de qué reía ahora, el niño le respondió que se sentía muy feliz y que ahora las cosquillas le tocaban el corazón.

 

"Haz bien y no mires a quién"

 

Este cuento es de creación propia y está incluido en Lecciones de vida, breve libro para niños a partir de nueve años sobre valores para generar, si es posible, su aprendizaje. Por su temática se podría incluir en los cuentos de Navidad y por su mensaje en cuentos de contenido ético y moral.

Si te gusta, pincha en el lado derecho del blog en mis publicaciones y podrás encontrar más información.


Del libro de Encarna Reinón, LECCIONES DE VIDA

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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

miércoles, 6 de marzo de 2019

Potaje de acelgas. Cocina de la abuela




La cocina tradicional de la Comarca del Noroeste de Murcia es rica y variada; se nutre de los productos propios de la zona y abunda en hortalizas y legumbres. He aprendido a lo largo del tiempo a cocinar con las recetas de mi madre que son las que aprendió de mi abuela.

Los potajes son platos variados en ingredientes, pero esencialmente cuentan con la misma base. Si ponemos legumbres, hay que tener en cuenta que las alubias y los garbanzos se ponen a remojo la noche de antes; los garbanzos se remojan en agua caliente y se echan a la olla cuando el agua rompa a hervir y las alubias se ponen en agua fría y se echan con el agua fría. Tanto unos como otras se deben de cocer unos veinte minutos en olla a presión antes de añadir la verdura.

Ingredientes para 4 personas

-200 gramos de garbanzos secos o un tarro grande cocidos

-acelgas o espinacas de 300 a 400 gramos (ya las venden arregladas y limpias)

-tomate y cebolla para el sofrito o la mitad de un tarro de sofrito de unos 300 gramos

-2 patatas

-4 o 5 ajos duros pelados

-1 o 2 rebanadas de pan del día anterior

-pimentón dulce, sal, colorante, cominos, aceite y vinagre

-el aceite puede ser una cucharada sopera por cabeza



Modo de hacerlo

En primer lugar, cocemos los garbanzos y, mientras, freímos en una sartén con poco aceite los ajos y el pan. Retiramos a un plato y empapamos la torrada varias veces de vinagre.

A continuación, añadimos la verdura, las patatas, el sofrito, al que le habremos puesto una cucharadita de pimentón antes de retirarlo del fuego, una cucharadita de cominos, un espolvoreo de colorante y sal. Todo esto lo cocemos unos cinco minutos después de subir la presión en la olla.

Para terminar, picamos los ajos con las torradas de pan, más o menos según el gusto y, también, pondremos a nuestro gusto la cantidad de torrada picada; añadimos todo esto a la comida y dejamos que hierva un poco; probamos de sal y, si es necesario, rectificamos. Dejamos reposar y ¡buen provecho!

Cuando pongas el agua para cocer los garbanzos, debe cubrirlos un par de dedos y, luego, cuando añadas lo demás, que siga cubriendo la comida un par de dedos de caldo; si ves que falta agua después de terminado el guiso, agregas porque este potaje admite que se le añada el agua que necesite, pero déjalo siempre hervir un rato.    






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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 5 de marzo de 2019

Reflexión sobre el idioma español




El español es la lengua materna de unos 480 millones de hablantes repartidos en España y en el centro y sur de América y, cada vez más, en Estados Unidos. Debido a este alto número de hablantes y a su dispersión, nuestro idioma presenta diferencias de entonación y léxico local, pero es una misma lengua que debe su unidad a la obligación de ajustarse a la Ortografía de la lengua española y a la Gramática, editadas por la RAE en coordinación con el resto de Academias americanas.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

domingo, 3 de marzo de 2019

Dislates lingüísticos. La tilde en las mayúsculas





Me han preguntado demasiadas veces si es opcional el uso de la tilde en las mayúsculas, la última fue hace poco en Murcia, en las urgencias de la Arrixaca, en una situación un tanto particular en la que un simpático enfermero, que me vio cara de enseñante, me interpeló con esta duda y tengo que decir que aquella pregunta me sirvió para evadirme por un rato de los cables, vías…, que nunca viene mal. A él le dedico esta entrada de mi blog con todo mi respeto a su persona y a su profesionalidad.

La información que os doy está resumida de La Ortografía de la lengua española de la RAE en su edición de 2010. Puesto que las mayúsculas y minúsculas son distintas realizaciones de un mismo grafema, ambas reciben el mismo tratamiento en lo que se refiere al uso de la tilde: CÓRDOBA, Álvaro, es decir, si les corresponde según las normas ortográficas, se les coloca.

El que antes no apareciera en textos escritos con caracteres de imprenta o máquina de escribir responde a cuestiones técnicas, ya que no había espacio reservado para la tilde, lo que obligaba a empequeñecer el tamaño de la letra que debía recibirla en detrimento de la uniformidad del tipo. En los textos manuscritos siempre se ha debido colocar la tilde donde correspondiera.

Por tanto, las mayúsculas, siempre que les corresponda, llevan tilde.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 28 de febrero de 2019

Pensamientos



Si la vida te muestra su lado hostil, procura no perder la calma; piensa que después de la tormenta aterradora llega la luz y la tranquilidad. Y como dice un proverbio chino: " Busca la luz en lugar de estar maldiciendo eternamente la oscuridad".

 

La educación de los hijos es una cadena en la que los padres representan el eslabón principal y, si fallan en transmitir unos valores básicos de respeto a los demás y a sí mismos, encontraremos personas en el futuro que no sabrán comportarse porque creen que lo que han aprendido en sus casas es lo correcto.

 

A veces nos esforzamos en ayudar a los demás dándoles lo que no tienen, pero es un error porque, si tú enseñas a esas personas a hacer algo, les podrá servir para toda la vida, como reza en el proverbio chino: "Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida".

 

 

 

 




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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 26 de febrero de 2019

Remedios de la abuela. El pelo de panocha como diurético natural




Según el diccionario de la RAE, la voz "panocha" es un sustantivo femenino que procede del latín vulgar panucŭla 'mazorca', y este del latín panicŭla, diminutivo de panus 'mazorca de hilo'.

Hay distintas maneras de llamar a este cereal en las diferentes zonas de España: "Maíz", "panocha", "panoja", "mazorca". En Centroamérica, excepto en Panamá y México, se denomina "elote" (del náhualt "elotituti", que significa mazorca tierna); en el Cono Sur y Colombia lo llaman "choclo" (del quechua "chuqllu") y en Venezuela "jojoto". El maíz se conoce en España y Europa tras la llegada a América de Colón, siglo XVI, y se ha convertido, junto con el arroz y el trigo, en el cereal más cultivado y consumido del mundo.

Tradicionalmente se ha consumido la infusión del pelo de panocha por nuestras abuelas como un diurético natural que ayuda al organismo a liberar la posible orina acumulada en el organismo.

Cómo preparar el cocimiento:

La proporción es un litro de agua por treinta gramos de pelo de panocha.

-Ponemos agua a hervir en un recipiente.

-Cuando el agua está en ebullición, añadimos los pelos y dejamos hervir durante cinco minutos.

-Apagamos, tapamos y dejamos reposar diez minutos más.

-Colamos y bebemos.

Ya sabes que todo hay que tomarlo con moderación porque, aunque sean hierbas, pueden llegar a perjudicarte.

Este remedio lo empleaba la abuela de mi marido, que hoy tendría unos 130 años, y yo la he visto preparar la infusión y tomarla.

   



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

domingo, 24 de febrero de 2019

Aproximación a la poesía. F. G. Lorca



Este poema de Lorca muestra la gran sensibilidad de su autor. El poeta granadino murió joven, en la guerra, a manos de un pelotón de fusilamiento en una de las zonas en las que se dividió España y seguramente en la otra otro pelotón fusiló a otras tantas personas también por sus ideas. Así son las guerras cainitas. Lorca era un avanzado en su tiempo, quiso educar al pueblo con su teatro ambulante y no se le perdonaba que tuviera ideas modernas y, además, menos aún su homosexualidad.

 

La casada infiel

 

Y que yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela, / pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago / y casi por compromiso. / Se apagaron los faroles

y se encendieron los grillos. / En las últimas esquinas / toqué sus pechos dormidos,

y se me abrieron de pronto / como ramos de jacintos. / El almidón de su enagua

me sonaba en el oído / como una pieza de seda / rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas / los árboles han crecido, / y un horizonte de perros

ladra muy lejos del río. / Pasadas las zarzamoras, / los juncos y los espinos,

bajo su mata de pelo / hice un hoyo sobre el limo. / Yo me quité la corbata.

Ella se quitó el vestido. / Yo, el cinturón con revólver, /ella, sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas / tienen el cutis tan fino, / ni los cristales con luna

relumbran con ese brillo. / Sus muslos se me escapaban / como peces sorprendidos,

la mitad llenos de lumbre, / la mitad llenos de frío. / Aquella noche corrí

el mejor de los caminos, / montado en potra de nácar / sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre, / las cosas que ella me dijo. / La luz del entendimiento

me hace ser muy comedido. / Sucia de besos y arena / yo me la lleve del río.

Con el aire se batían / las espadas de los lirios. / Me porté como quien soy,

como un gitano legítimo. / Le regalé un costurero / grande, de raso pajizo,

y no quise enamorarme / porque teniendo marido / me dijo que era mozuela

cuando la llevaba al río.

F. G. Lorca, Romancero gitano

 

Este poema de Lorca rezuma erotismo. Con una serie de símbolos propios como "agua en movimiento-vida", "río-apartamiento erótico", "llegada de la noche-marco ideal para los encuentros clandestinos", "juncos, espinos y zarzamoras-naturaleza y maleza que sugieren el aislamiento del pueblo" nos ofrece una estampa del encuentro amoroso entre un gitano "legítimo", con pistola y todo, con una joven a la que creía soltera, una mujer arriesgada y valiente que hace prevalecer su deseo erótico sobre los prejuicios sociales, porque la gente sabía qué ocurría cuando dos se perdían en el camino, en este caso del río. Las expresivas metáforas: "mujer-potra de nácar", "hojas- espadas de los lirios" y las abundantes comparaciones crean un clima de intriga progresiva sobre este encuentro magistralmente descrito: "el almidón de la enagua sonaba como rasgado por cuchillos", "cutis tan fino como nardos y caracolas", "sus muslos se escapaban como peces", "sus pechos dormidos se abrieron como ramos de jacintos".

Es un canto a la libertad humana en la elección de algo tan íntimo como es el encuentro carnal de la pareja, una expresión sensual y poética del torbellino del amor, un poema que puede deleitar nuestros sentidos.

Recuerdo que en una ocasión me llevé a clase un libro de poemas en el que seleccioné esta composición; los alumnos de dieciséis años no tenían el texto delante y, tras una breve introducción sobre la vida del poeta y los símbolos de este poema, pasé a leerlo. Cuando terminé, noté que había surgido la magia en el ambiente y en aquel momento un chico levantó la mano y dijo: "Encarna, después de escuchar esta poesía, no me creo que Lorca fuera homosexual".

Espero que hayáis disfrutado con Lorca tanto como yo. La poesía es maravillosa si nos dejamos llevar por la magia de las palabras.

   




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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 21 de febrero de 2019

Dislates lingüísticos. Llegaistis, ayer cenemos y pesambre



Por amor a mi profesión y como consecuencia de esto a nuestro idioma, tal vez preste demasiada atención a lo que se escucha en el nivel coloquial de las gentes del pueblo. Algunas veces tengo que parpadear para mantenerme en silencio porque, claro, no se puede ir corrigiendo a diestro y siniestro como si en ello nos fuera la vida, ya que hay que ser amigos de la discreción.

Los dislates que propongo hoy son muy llamativos y están muy extendidos en el pueblo:

Llegaistis, amaistis, trajeistis: son formas vulgares e incorrectas del pretérito perfecto simple de los verbos "llegar", "amar" y "traer". Si conjugamos este tiempo correctamente, sería: amé / amaste / amó / amamos / amasteis / amaron. De "llegar" llegasteis y de "traer" trajisteis.

Creo que no es difícil practicar las formas adecuadas y, si, además, entras en el diccionario de la RAE, podrás resolver tus dudas con la autoridad de este organismo.

Cómo acceder a la versión electrónica del diccionario RAE

En primer lugar, hay que escribir RAE en el buscador de Google y pulsar "intro"; a continuación, pinchar en la entrada que salga y poner en la ventana que ofrece el diccionario con un cursor intermitente el verbo que buscas y otra vez tocar "intro" y saldrá información sobre dicha voz. Por último, cuando sale el verbo, hay una ventana que dice conjugar, pinchas y ahí puedes resolver tus dudas.

 

Ayer cenemos, bajemos, saltemos: también son formas incorrectas del pretérito perfecto simple demasiado extendidas. Lo correcto sería cenamos, bajamos, saltamos.

 

Pesambre: lo correcto es pesadumbre. Esta palabra ha seguido en boca del pueblo la tendencia de las voces latinas en su paso a nuestro idioma. Se pierde la consonante sonora "d", aunque en este caso acompañada de la vocal que le sigue. Este fenómeno lingüístico se denomina "síncopa" y ha sido muy frecuente en la evolución de un idioma a otro. Como esta voz no está recogida en el DRAE, su uso incorrecto es del nivel coloquial local.

Los hablantes somos economizadores con la lengua y, como sabemos que nos están entendiendo, no nos molestamos mucho en ver si hablamos bien o mal; pero hay niveles en su uso y lo que no puede ser es que los enseñantes, los comunicadores de los medios informativos y otras personas que tienen que hablar en público no se molesten por manejar bien el idioma que hablamos más de trescientos millones de personas en el mundo.      




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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

miércoles, 20 de febrero de 2019

Momentos íntimos. Evocación



A veces un olor, un sabor, una sensación al tacto, una imagen o una melodía traen a nuestra memoria involuntariamente determinados recuerdos. Hace unos días vi en la televisión un reportaje sobre los anuncios publicitarios antiguos y, sin querer, me fui a mi infancia, a los muchos ratos que pasaba en la casa de mis abuelos y, por supuesto, los eslóganes y la música me trasportaron a la radio.

En las casas de gentes con escasos recursos la radio era fuente de entretenimiento, de contacto con el pulso del país y de reuniones sociales porque, como siempre había vecinos que no podían comprarla, se juntaban en las de los otros para escuchar las noticias y las famosas dramatizaciones de las radionovelas por capítulos con actores tan importantes como Matilde Vilariño, Pedro Pablo Ayuso, Juana Ginzo o Fernando Dicenta, entre otros muchos, cuya dicción clara y limpia cautivaba a personas que carecían de instrucción.

Una sección importantísima ya en aquellos tiempos era la de la publicidad, que si Norit para lavar prendas delicadas, que si Netol limpia y pule metales, que si el Cola-cao era ideal para desayunos y meriendas… Y todas estas cuñas publicitarias con músicas pegadizas que quienes escuchaban la radio cantaban a la vez que las cautivadoras voces de fondo.

En esta evocación he dejado para el final la sección de los discos dedicados que oía con mis tías acurrucada en la cama, lo que me hace suponer que era los domingos. Me encantaba percibir las voces de los cantantes envolviéndonos en el ambiente y las cariñosas dedicatorias que los locutores trasmitían como si fueran sus propios deseos: Perlita de Huelva y su emotivo Amigo conductor, José Guardiola y su aterciopelada y profunda voz con La novia, el humano Juanito Valderrama y Su Primera Comunión o Gloria Lasso con la inolvidable Luna de miel  emitidas tras hermosas dedicatorias llenas de afecto: "Para el niño Manolito en el día más hermoso de su vida de sus tíos y primos"; "Dedicado especialmente para Juan el del camión, para que sepa que sus hijos lo esperan siempre"; "Para la novia más guapa, de sus padres"; "De sus primos y tíos para los novios más guapos, Luisita y Javier, para que disfruten de la única luna de miel de sus vidas…".

No recuerdo, porque era muy pequeña, si la gente era feliz, pero a mí desde mi egoísmo infantil sí que me lo parecía. Espero que hagáis muchos esta evocación vuestra y, si fue grata, que os devuelva, aunque sea por un momento, a vuestra infancia.    

 

 




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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 19 de febrero de 2019

Ecoconsejo sobre los medicamentos




Los medicamentos que nos sobran después de alguna enfermedad y que solemos acaparar en casa son altamente contaminantes para el medio ambiente. De vez en cuando debemos desprendernos de ellos y para este fin las farmacias disponen de un punto SIGRE (Sistema Integrado de Gestión y Recogida de Envases) o contenedor donde los debemos dejar para su destrucción; depositaremos tanto envases como residuos y, si tenemos dudas, siempre podremos preguntar en la farmacia. 



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

lunes, 18 de febrero de 2019

Palabras con encanto contextualizadas




Vamos a reflexionar sobre algunas palabras locales en su contexto. Este caudal léxico y semántico latente en el pueblo se va a perder y me gustaría que le prestarais atención en boca de vuestros abuelos y vecinos para que descubráis la gracia de estas expresiones en su contexto y el valor de la entonación y los silencios, que son tan elocuentes como las palabras mismas.



Tramojo: (DRAE origen incierto. En su tercera acepción: voz coloquial; trabajo, apuro. El Padre Ortín en su Vocabulario:  congoja, angustia, aflicción, preocupación y apuro).

Contextualización: Tengo un tramojo en el pecho que no me deja vivir.



Reconquija: (no DRAE. El padre Ortín en su Vocabulario: rencor, pesar, reconcomio).

Contextualización: He discutido con mi primo y la reconquija no me deja vivir.



Espindargo: (no DRAE. El padre Ortín en su Vocabulario del Noroeste Murciano: larguirucho, muy alto; adjetivo referido a personas).

Contextualización: La criatura desde el último estirón parece un espindargo.



Escagazar: (no DRAE; sí recoge el padre Ortín esta voz en su Vocabulario referida a "criar niños hasta que ya son grandecitos").

Contextualización: ¡Atiende qué hermoso!, ese ya está escagazao.



Esquife: (no DRAE. Sí recogido por el padre Ortín como "algo muy feo y arisco").

Contextualización: ¡Anda y péinate que pareces un esquife!



Salsero/a: (El DRAE recoge en la cuarta acepción de esta voz que es un coloquialismo murciano que significa "entrometido"; y el padre Ortín la recoge con el significado de "curioso").

Contextualización: Esta mujer es una buena salsera que se recorre todas las casas de la calle a ver de qué se puede enterar.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

sábado, 16 de febrero de 2019

Oración a la Cruz de Caravaca. Tradición oral




Mi bisabuela, que hoy tendría casi 150 años, era una gran devota, como decía ella, de la Santísima Cruz. Me cuenta mi madre que, cuando iba el cura a confesarla, porque ella no podía andar, le decía: "Don fulanito, yo sé un capacico de rezos". Era creyente porque así lo había aprendido de los suyos y de la sociedad que antes no reflexionaba sobre ciertos temas, entre otras cosas, porque no la habían enseñado a pensar.

Se supone que hoy estamos más preparados para enfrentarnos a las situaciones y no deja de sorprenderme el hecho de que mucha gente afirme que no es creyente, pero sí devota de la Cruz. Yo creo que en estas cuestiones de fe o estás dentro o fuera y no entiendo esta hipocresía basada en no sé qué intereses que llevan al individuo a moverse en terreno pantanoso.

Recuerdo a un alumno sevillano que me preguntó si me iba a quedar para ver la Semana Santa y, al investigar por qué me hacía aquella interpelación, me dijo que era costalero de la Virgen. No recuerdo el motivo por el que le pregunté si creía en Dios a lo que me respondió que no, pero que no tenía nada que ver creer en Dios con ser devoto de esa Virgen. Ya hace 30 años me sorprendió aquella fe selectiva que me maravilla ahora en mis paisanos.

Os transmito una oración que me enseñó mi bisabuela y que he podido recuperar gracias a la memoria de mi tía Cruz; espero que os guste y que, si sois creyentes, la recéis con el fervor que se merece.



Oración a la Cruz de Caravaca



Cruz bendita, Cruz amada

Cruz de los cielos fuiste bajada,

en la tierra colocada,

Reliquia Santificada

Os adoro como a Dios.

Yo quiero del Cielo

aquello que puso Vos.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 12 de febrero de 2019

El ritual de llevarse a la novia. Una tradición perdida




Hace poco caminaba por una estrecha calle del casco antiguo del pueblo y oí a alguien decir que aquella noche su sobrino se había llevado a la novia; extrañada, volví la cabeza y entendí la situación, porque aquel señor era de otra etnia.

No hace demasiados años, unos 35 o 40, era frecuente que se escuchara que el fulanito se había llevado a la menganita. Cuando la familia de uno u otro rechazaba a la persona elegida por su hijo o hija, si los jóvenes no querían terminar con el noviazgo, muchos se llevaban a la novia y así los padres tenían que aceptar a la fuerza la situación.

Con la mentalidad de que todo lo que era relacionarse sexualmente antes de la boda era pecado la mayoría de las mujeres llegaban vírgenes al matrimonio y, claro, después de haber pasado los novios la noche juntos en el coche, aquello había que resolverlo como Dios mandaba. Lo primero que hacía la pareja era presentarse en la casa de la novia y el padre seguía, podríamos decir, el ritual establecido por la sociedad que era echarlos a la calle. Tras varios días alguien les llevaba recado a la casa de los padres de él para que fueran a hablar con el padre de ella y resolvían el conflicto en una boda generalmente con la familia y ropa normal, sin pantomimas de celebraciones ni escándalo público porque, claro, estaban en boca de todo el pueblo. Si los novios no tenían recursos, se quedaban en la casa de ella hasta que se podían ir a vivir a otro lugar. A veces el calvario que tenían que soportar los marcaba para toda la vida.

Tal vez esto sorprenda a la gente más o menos joven, pero os animo a que preguntéis en vuestra familia porque seguramente hallaréis alguna sorpresa.

Hoy vivimos en otros tiempos y la Iglesia influye escasamente en el pensamiento de los jóvenes; creo que hay menos hipocresía o que se hace poco caso a lo que puedan pensar los demás sobre ti. Esto no sé si es bueno o no, pero es una evidencia que nos trae la modernidad.





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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura