martes, 26 de marzo de 2019

Reflexión. Otra mirada




Desde que escuché un día en clase una extraordinaria reflexión de Campoamor, poeta del Realismo español, pasó a formar parte de los referentes de mi vida.  La famosa sentencia afirma: "En este mundo traidor nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".

Creo que lo de la botella, sí, eso de verla más llena o más vacía según quien la mira, es más moderno, pero ambos textos encierran el mismo mensaje, cada uno de nosotros es dueño de cómo ver las situaciones, es decir, que un poquito de esfuerzo nos podría ayudar para lanzar otra mirada sobre las cosas.

Querida Juana Mari espero que tu botella esté medio llena y el cristal por el que miras sea el de la esperanza.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 21 de marzo de 2019

Reflexión sobre el altruismo




Últimamente estoy descubriendo como nuevas situaciones que, por desgracia, son el día a día para mucha gente. ¿Quién no ha oído hablar de las donaciones de sangre que asiduamente se hacen de manera altruista? Creo que es algo grande poder ayudar a que muchos vivan y otros mejoren su vida con la transfusión hemática. Cada gota que entra en tu cuerpo es un regalo de solidaridad que posibilita que tu motor vital siga trabajando.

Desde aquí quiero dar las gracias a esas personas anónimas y en especial a mi amiga Mª Rosa que sé que lleva muchos años participando en estas hermosas donaciones.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 19 de marzo de 2019

Diferencias entre el léxico de España y el de América




Tras la llegada a América de Cristóbal Colón, son numerosos los europeos que deciden trasladarse al Nuevo Mundo buscando mejorar su fortuna. Estas variopintas gentes se trasladan a las zonas conquistadas y llevan con ellos sus costumbres, tradiciones y su léxico local, influyendo en las variaciones de los dialectos autóctonos.

El idioma es un elemento vivo y en constante evolución con tendencias a proseguir los cambios iniciados en su forja como lengua diferente de la que procede; cuando el español llega a América, se están produciendo en él constantes cambios en su camino hacia el idioma moderno que hoy hablamos tantos millones de personas. Lo llevan a aquellos lugares tan lejanos numerosos conquistadores andaluces, extremeños, canarios y gallegos, así como un gran número de misioneros de distintas zonas peninsulares con sus diferencias de pronunciación en relación al idioma estandarizado.

Todos estos cambios lingüísticos favorecen en la actualidad numerosas diferencias de significado en la misma palabra en España o en la diversidad de América, que el DRAE recoge especificando los lugares donde significan una u otra cosa.

Vamos a ver algunos ejemplos:

Pitillo: "Cigarro" en España; "pajita para sorber líquidos" en Venezuela o Colombia; "canutillo" (planta) en Cuba.

Argolla: "aro grueso para colgar algo" en España; "anillo de compromiso" en Argentina y once países más; "pendiente en forma de aro" en otros siete países.

Concha: "cubierta de molusco o tortuga" en España; en América es malsonante en siete países donde significa "coño" (vulva y vagina); en otros países su significado es "desfachatez".

Carro: "carruaje" en España; en América "coche".

Bolígrafo: "útil con tinta para escribir" en España; en América "lapicera".



La lista podría ser interminable, pero, si os interesa este tema, os remito al DRAE.   

 


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

Las collejas. Un regalo de la naturaleza




colleja1(DRAE)

Del lat. caulicŭlus, de caulis 'tallo'.

1. f. Hierba de la familia de las cariofiláceas, de 40 a 80 cm de altura, con hojas lanceoladas, blanquecinas y suaves, tallos ahorquillados y flores blancas en panoja colgante, que es muy común en los sembrados y parajes incultos, y se come en algunas partes como verdura.

 

Las collejas son un excelente regalo de la naturaleza; nacen silvestres aunque también se pueden cultivar. Su sabor en algunos guisos puede parecerse al de las espinacas, pero, como son más pequeñas, están más tiernas y son más finas para el paladar. Se pueden consumir reducidas en la sartén con ajos tiernos y poco aceite, en potaje, arroz, tortilla, revueltos…

Hay que tener en cuenta que solo se consumen las hojas, que suelen ser pequeñas. Entre sus numerosas propiedades destacan que son antioxidantes, depurativas con propiedades diuréticas y ricas en calcio y magnesio.

Cuenta la gente mayor de la zona que, cuando los alimentos estaban escasos, comían muchas collejas porque salían al campo y la tierra se las regalaba.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 12 de marzo de 2019

Los rezadores, una tradición latente




Los tiempos nos modernizan las ciudades y nos acercan el progreso; antes los pueblos estaban dejados de la mano de Dios en temas tan importantes como el de la salud pública; había escasos servicios sanitarios y la gente tenía que pagar las consultas o igualas para reducir su coste. Por supuesto que en los pueblos pequeños no disfrutaban de esta atención y menos en los cortijos y zonas alejadas. Las personas se tenían que valer de lo que tenían a mano, como las hierbas medicinales que conocían por los saberes que pasaban de padres a hijos y de gentes que rezaban ciertos males.

En los pueblos también había rezadores y vecinos que colocaban los huesos en su sitio cuando alguien tenía la desgracia de darse un golpe o simplemente se le salían con frecuencia. Generalmente esta gente no cobraba y los que acudían a ellos les regalaban cosas tan cotidianas como un kilo de plátanos, un bote de leche condensada o unas humildes patatas cultivadas por ellos mismos.

En mi calle había dos personas que desinteresadamente ayudaban a sus conciudadanos; una de ellas, según me comentó su hija, había nacido con "manto" y por eso tenía "gracia"; "el manto" es la placenta que sale sin romperse y también me comentó que, a su vez, su hija también había nacido con "manto", es decir, la nieta de la rezadora. Yo vi cómo esta mujer efectuaba sus rezos; en una ocasión una parienta de mi madre le pidió el favor de que le rezara a su hijo pequeño el "mal de ojo"; el crío llegó esgonzado y con muy mal color porque llevaba varios días sin comer. La acompañamos mi madre y yo a la casa de la rezadora y la mujer recitó una serie de oraciones repetidas sobre el niño y, cuando se le abrió la boca varias veces, dijo que el crío ya estaba mejor. Y en efecto, en mi casa empezó a darle la madre de comer y el niño a reaccionar. ¡Sorprendente!

En otra ocasión la observé mientras "sacaba el sol de la cabeza" a otra persona; puso una sartén con agua fría sobre la cabeza, estopa y un vaso sobre la estopa, bocabajo, y, cuando el agua se metió en el vaso, confirmó que ya se había salido el sol.

También rezaba la "carne cortá", lo que se conoce como esguince, y ni siquiera necesita ver a la persona, solo tenía que saber su nombre. A mi novio en aquellos tiempos, mi marido hoy, como era de tobillos flojos, se la rezó en varias ocasiones.

Hoy esta tradición aparentemente inactiva parece que todavía se conserva, pero la gente ha aprendido a ir al médico y a razonar algo más sobre estas cuestiones. Aunque cada vez veo más cochecitos de niños pequeños con una Cruz de Caravaca con un lacito rojo, colgada del carricoche sobre donde se pone la cabeza del niño. La Cruz tiene un fuerte sentido religioso y protector para los creyentes, pero también está relacionada con lo esotérico que la vincula a su defensa y protección contra el "mal de ojo".

Creer o no es una cuestión muy personal; yo considero que, mientras que los rezos sean exteriores y la gente no tenga que tomar nada ni recibir unturas, quien crea en estas cuestiones no pierde nada si las pone en práctica, sobre todo, si ha visto que su familia ha tenido por costumbre echar mano de estas personas; ahora bien, no podemos sustituir la medicina ejercida por excelentes profesionales por prácticas que pueden perjudicar si no se atiende a tiempo un determinado mal.  


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

sábado, 9 de marzo de 2019

Aproximación a la literatura. Cuento




Un cuento es un relato más o menos breve generalmente de ficción protagonizado por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo. Suele ser conciso y con una única línea argumental. La voz del narrador, por lo general, predomina sobre el monólogo, el diálogo o la descripción. Sus orígenes son remotos, orientales y se caracterizaban por el anonimato de su autor; como ejemplo podemos hacer referencia a Las mil y una noches.

 

Cosquillas en el corazón

 

Por diciembre la vida se duerme. Aquel día de invierno hacía un frío terrible y casi nadie se atrevía a salir a la calle; la nieve helada había convertido las aceras en pistas de patinaje, pero aquel niño pequeño no se movía del lado de su madre que, pacientemente, zarandeaba las sabrosas castañas en su agujereada sartén esperando que alguien se las comprara.

Ernesto había tenido la suerte de nacer en una casa con recursos, disfrutaba de buena ropa de abrigo, juguetes en abundancia y la suerte de poder comer a diario. Siempre que se asomaba por la ventana de su casa, veía a aquella pobre gente que luchaba contra el frío y contra el hambre con gran resignación. En alguna ocasión les había comprado castañas y había percibido que aquel niño era más o menos de su edad. Le daba una enorme pena ver a diario, días laborales y festivos, la estampa repetida de esos desfavorecidos luchando contra la miseria.

Aquel día frío de invierno era muy especial, había llegado la Nochebuena, cuando se reúnen las familias y comen y cantan, y se divierten. Pero Ernesto no tenía casi familia y, además, vivía muy lejos, y pasaba esos días tan señalados solo con sus padres. Mientras miraba por la ventana tuvo una gran idea, ¿y si les propongo a mis papás que invitemos al niño y a la señora de las castañas a cenar con nosotros? Dicho y hecho, ¡qué suerte tener unos padres tan comprensivos!

Cuando los invitados llegaron al salón de la casa, se sorprendieron de la buena temperatura que hacía en el interior; la madre de Ernesto, con mucha delicadeza, les propuso que se asearan y pusieran las ropas que les había preparado. Una vez sentados en la mesa, se sonreían unos a otros como síntoma de complacencia; cuando estaban a medio comer, el niño castañero, Miguel, comenzó a reír a carcajadas, que contagió a los demás y, cuando le preguntaron los papás de Ernesto que de qué reía así, respondió complacido que era la comida la culpable, que al llegar a su pobre estómago vacío le hacía grandes cosquillas, y añadió que ahora comprendía por qué los niños que comen todos los días sonreían tanto y eran tan felices.

Aquella lección dejó a la familia sin respuesta y el primero en reaccionar fue Ernesto que, después de hablar con sus papás aparte, compartió con su nuevo amigo sus ropas y sus regalos de Navidad y, además, entregó a aquella pobre gente un cheque mensual para que pudiera ir al colegio y comer a diario.

A pesar del regalo, Miguel, cuando salía de la escuela, acudía a ayudar a su madre y a hacer los deberes en la casa de Ernesto, que siempre fue su amigo. Una de aquellas tardes el visitante comenzó a reír a carcajadas como en la Nochebuena en la que se conocieron y, cuando Ernesto le preguntó que de qué reía ahora, el niño le respondió que se sentía muy feliz y que ahora las cosquillas le tocaban el corazón.

 

"Haz bien y no mires a quién"

 

Este cuento es de creación propia y está incluido en Lecciones de vida, breve libro para niños a partir de nueve años sobre valores para generar, si es posible, su aprendizaje. Por su temática se podría incluir en los cuentos de Navidad y por su mensaje en cuentos de contenido ético y moral.

Si te gusta, pincha en el lado derecho del blog en mis publicaciones y podrás encontrar más información.


Del libro de Encarna Reinón, LECCIONES DE VIDA

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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

miércoles, 6 de marzo de 2019

Potaje de acelgas. Cocina de la abuela




La cocina tradicional de la Comarca del Noroeste de Murcia es rica y variada; se nutre de los productos propios de la zona y abunda en hortalizas y legumbres. He aprendido a lo largo del tiempo a cocinar con las recetas de mi madre que son las que aprendió de mi abuela.

Los potajes son platos variados en ingredientes, pero esencialmente cuentan con la misma base. Si ponemos legumbres, hay que tener en cuenta que las alubias y los garbanzos se ponen a remojo la noche de antes; los garbanzos se remojan en agua caliente y se echan a la olla cuando el agua rompa a hervir y las alubias se ponen en agua fría y se echan con el agua fría. Tanto unos como otras se deben de cocer unos veinte minutos en olla a presión antes de añadir la verdura.

Ingredientes para 4 personas

-200 gramos de garbanzos secos o un tarro grande cocidos

-acelgas o espinacas de 300 a 400 gramos (ya las venden arregladas y limpias)

-tomate y cebolla para el sofrito o la mitad de un tarro de sofrito de unos 300 gramos

-2 patatas

-4 o 5 ajos duros pelados

-1 o 2 rebanadas de pan del día anterior

-pimentón dulce, sal, colorante, cominos, aceite y vinagre

-el aceite puede ser una cucharada sopera por cabeza



Modo de hacerlo

En primer lugar, cocemos los garbanzos y, mientras, freímos en una sartén con poco aceite los ajos y el pan. Retiramos a un plato y empapamos la torrada varias veces de vinagre.

A continuación, añadimos la verdura, las patatas, el sofrito, al que le habremos puesto una cucharadita de pimentón antes de retirarlo del fuego, una cucharadita de cominos, un espolvoreo de colorante y sal. Todo esto lo cocemos unos cinco minutos después de subir la presión en la olla.

Para terminar, picamos los ajos con las torradas de pan, más o menos según el gusto y, también, pondremos a nuestro gusto la cantidad de torrada picada; añadimos todo esto a la comida y dejamos que hierva un poco; probamos de sal y, si es necesario, rectificamos. Dejamos reposar y ¡buen provecho!

Cuando pongas el agua para cocer los garbanzos, debe cubrirlos un par de dedos y, luego, cuando añadas lo demás, que siga cubriendo la comida un par de dedos de caldo; si ves que falta agua después de terminado el guiso, agregas porque este potaje admite que se le añada el agua que necesite, pero déjalo siempre hervir un rato.    






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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 5 de marzo de 2019

Reflexión sobre el idioma español




El español es la lengua materna de unos 480 millones de hablantes repartidos en España y en el centro y sur de América y, cada vez más, en Estados Unidos. Debido a este alto número de hablantes y a su dispersión, nuestro idioma presenta diferencias de entonación y léxico local, pero es una misma lengua que debe su unidad a la obligación de ajustarse a la Ortografía de la lengua española y a la Gramática, editadas por la RAE en coordinación con el resto de Academias americanas.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

domingo, 3 de marzo de 2019

Dislates lingüísticos. La tilde en las mayúsculas





Me han preguntado demasiadas veces si es opcional el uso de la tilde en las mayúsculas, la última fue hace poco en Murcia, en las urgencias de la Arrixaca, en una situación un tanto particular en la que un simpático enfermero, que me vio cara de enseñante, me interpeló con esta duda y tengo que decir que aquella pregunta me sirvió para evadirme por un rato de los cables, vías…, que nunca viene mal. A él le dedico esta entrada de mi blog con todo mi respeto a su persona y a su profesionalidad.

La información que os doy está resumida de La Ortografía de la lengua española de la RAE en su edición de 2010. Puesto que las mayúsculas y minúsculas son distintas realizaciones de un mismo grafema, ambas reciben el mismo tratamiento en lo que se refiere al uso de la tilde: CÓRDOBA, Álvaro, es decir, si les corresponde según las normas ortográficas, se les coloca.

El que antes no apareciera en textos escritos con caracteres de imprenta o máquina de escribir responde a cuestiones técnicas, ya que no había espacio reservado para la tilde, lo que obligaba a empequeñecer el tamaño de la letra que debía recibirla en detrimento de la uniformidad del tipo. En los textos manuscritos siempre se ha debido colocar la tilde donde correspondiera.

Por tanto, las mayúsculas, siempre que les corresponda, llevan tilde.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura