viernes, 28 de septiembre de 2018

Mamá, ¿es que te crees que soy tonto/a? ¿Que se te ha caído un botón?




No pasa nada; sigue mis instrucciones y no importa que no sepas coser, siempre hay una primera vez para iniciar el aprendizaje.

En primer lugar, tienes que salir a comprar hilo del color de la chaqueta. Además, compra una bobina de hilo blanco y otra de negro, agujas y un dedal, que se pone en el dedo más largo.

Supongo que tienes el botón, pero si no es así, compra uno lo más parecido al resto de botones. Pon el botón en línea con los demás, claro, después de haber enhebrado la aguja y de hacer un nudo en el hilo, y te fijas, si son de cuatro agujeros, en cómo van cosidos los demás, si es con hilo cruzado o en paralelo.

A continuación, pincha por debajo de la tela, para que quede el nudo invisible, y vas buscando el agujero del botón para sacar la aguja y repites las veces que haga falta.

Para terminar, sacas la aguja sin buscar el agujero y das unas vueltas con el hilo alrededor de lo cosido, entre la tela y el botón, para que quede mejor asegurado y pasas la aguja al revés y aseguras y cortas el hilo.

Si alguna vez se te descose un bajo, intenta imitar el cosido que viene de fábrica; lo importante es que no te caigas y, si atinas, que no se vean las puntadas por el derecho.

Si lo que se descose es una costura, procura juntar las telas y coser el pespunte lo más derecho que puedas, ¡ah!, y siempre tienes que asegurar dando dos o tres puntadas en el mismo sitio para que no se deshaga lo hecho.  

Es fácil hacer cualquier cosa que te propongas si tienes interés y ya ves que ser independiente tiene sus riesgos, ¡que no me río de ti, que te lo digo con todo mi cariño!


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 27 de septiembre de 2018

Momentos íntimos. Introspección




Me gusta caminar por las calles vacías de bullicio y sentirme diferente. Amo el silencio, la paz y el retiro, pero en los momentos que elijo. El hombre no ha nacido para vivir en soledad, aunque la belleza del silencio es inigualable. Solamente él te permite sentir la naturaleza en toda su plenitud, disfrutar de los hermosos gorjeos de los pájaros, del sonido de una hoja seca al caer, de tus propias pisadas sobre la naturaleza muerta.

También el silencio del pueblo es elocuente, nos habla de sus habitantes, de la pulcritud o descuido con que tratan el medio en que se mueven, de sus hábitos matinales o nocturnos, de sus gustos musicales cuando alguna sutil melodía no rompe el misterio.

Solamente el silencio me permite descubrir una ciudad diferente, casi mágica, dormida en la belleza de sus calles y una naturaleza casi inmaculada, libre de la algarabía de la vida, perfecto retiro para encontrarse uno a sí mismo.    



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Preveer, preveyendo. Dislates lingüísticos




Si vamos más allá de ver el significado de "prever" en el DRAE como voz simple y pensamos que otras muchas palabras contienen como esta el prefijo "pre-", tal vez esta sencilla abstracción nos ayude a no cometer errores tan comunes como el famoso "preveer" y el más empleado todavía "preveyendo".

Prever está formado por el prefijo "pre-" (DRAE: del latín prae-. Prefijo que indica anterioridad local o temporal, prioridad o encarecimiento) y el infinitivo verbal de la segunda conjugación "ver". Bien, pues, si como palabra simple el infinitivo es "ver", como derivada de esta con prefijo es prever.

Ahora vamos a pensar en el gerundio de "ver" que es "viendo", por lo tanto, el gerundio de prever es "previendo".

Como conclusión, las formas verbales correctas son prever y previendo.

Un consejo muy práctico para cualquier duda sobre la conjugación de un verbo es que lo busquéis en el DRAE y que pinchéis en un recuadro azul que está junto al infinitivo donde pone "conjugar".

Reflexionar sobre cuestiones que atañen a tu lengua materna no significa que la desconozcas, sino que te preocupa el buen uso idiomático. Si es así, te felicito porque el camino del aprendizaje comienza en la inquietud por saber más y mejor las cosas.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 25 de septiembre de 2018

Guíscano. Palabra con encanto




En más de una ocasión he escuchado alguna acalorada discusión sobre si una palabra está bien o mal dicha y he tenido que poner paz porque las palabras deben servir para la concordia y nunca para la contienda.  

Una de estas voces es guíscano que utilizamos aquí para denominar lo que otros llaman níscalo. Un guíscano (Lactarius deliciosus) es un hongo comestible que nace en zonas de pinos y que se cosecha en otoño. El Diccionario de la RAE no recoge esta voz porque es un localismo, pero eso no quiere decir que esté mal empleada. El padre Ortín sí que la describe en su Vocabulario del Noroeste Murciano y señala que se emplea en zonas de Albacete, Granada y Jaén lindantes con el noroeste de Murcia. Anota que es una variante fonética de mízcalo (el diccionario de la Rae señala que esta, a su vez, es una variante de níscalo), de origen posiblemente prerromano.

Por lo tanto, cuando decimos guíscano, mízcalo, nízcalo (no recogido en el DRAE), níscalo, incluso robellón (DRAE: níscalo), nos estamos refiriendo al mismo hongo que en unas zonas, cuando se parte, es de color anaranjado y en otras, rojizo.



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Croquetas. Cocina




Las croquetas admiten diversos rellenos y constituyen un plato económico si contienen sobras de otras comidas o algo más caro si compramos ingredientes selectos.

A la salsa bechamel, que he indicado en otra entrada, podemos añadir el relleno y tener un exquisito plato con el que quedar bien en las reuniones con amigos. Para poder manejar bien la masa, la textura se debe parecer a la de un puré espeso y, si nos parece demasiado compacta después de añadir el relleno, podemos agregar leche y mezclar bien. Siempre es bueno probarla de sal antes de sacarla del fuego.

Las croquetas se pueden modelar con dos cucharas grandes o pequeñas o, para facilitar el trabajo, podemos volcar la masa en un recipiente cuadrado o alargado, le ponemos papel transparente de cocina y, cuando estén a temperatura ambiente, las colocamos en el frigorífico durante un par de horas. Después, volcamos la masa sobre una tabla y vamos cortando tiras y estas las hacemos porciones del tamaño que queramos la croqueta, rebozamos en huevo batido y en pan rallado.

Para freír las croquetas, ponemos bastante aceite en una sartén y esperamos a que se caliente sin que eche humo. Si ponemos pocas, saldrán más doraditas. Con cuidado, las vamos sacando y dejando en un recipiente con papel doble de cocina o servilletas de papel. Se sirven en un plato limpio.

Antes de freír, si te parece que son muchas, las puedes congelar y, luego, para freírlas se procede como con cualquier otro producto congelado. Hay que tener cuidado con el aceite porque el congelado hace que salte, o sea, es mejor hacer estos guisos sin niños alrededor.

Ideas para el relleno

-jamón serrano picadito (cuidado con la sal)

-gambas peladas, pasadas por la sartén o cocidas y troceadas

-bonito en aceite (la bechamel se hace con este aceite si se quiere)

-pollo sobrante de cualquier comida

-pechuga de pollo o pavo previamente cocinada

-bacalao cocinado, hervido o a la plancha

-merluza cocinada

-calamar, sepia, mejillones…, cocinados (en la bechamel podemos poner tinta)

-espinacas, calabacín, berenjena…, al horno o cocidos

Cualquier relleno que se te ocurra puede resultar apetitoso y, si no te ha gustado demasiado, no repitas.  ¡Ah!, el relleno debe estar cortadito.

Espero que os decidáis con esta receta y siempre os recuerdo que la cocina no entiende de sexos.    


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

Salsa bechamel. Cocina




La salsa bechamel es fácil de hacer cuando le cogemos el truquillo y, además, es muy versátil porque le podemos dar diferentes usos. Se tarda muy poco tiempo en hacerla y merece la pena aprender. La cantidad de salsa y la textura dependen del uso que le vayamos a dar. Os voy a facilitar las cantidades para hacer una docena de croquetas.

Utensilios necesarios

-una sartén mediana

-una cuchara de madera o unas varillas

-un recipiente para volcar la salsa

Ingredientes

-8 cucharadas soperas de aceite de oliva

-4 cucharadas soperas colmadas de harina

-la leche que necesite

-sal

Modo de hacerla

En primer lugar, ponemos el aceite en la sartén al fuego y, antes de que empiece a echar humo, añadimos la harina y vamos removiendo constantemente. Cuando veamos que empieza a dorarse, empezamos a agregar poco a poco la leche. Si lo hacemos a fuego medio, aunque tardemos más, trabajaremos con más desahogo.

A continuación, si es posible ayudados por las varillas para que no se agrume la harina, vamos dando vueltas sin parar hasta comprobar que se espesa. Volvemos a añadir leche y repetimos la misma operación hasta obtener la textura y cantidad necesarias.

Para terminar, añadimos sal al gusto y, si queremos, pimienta molida, nuez moscada o lo que se nos ocurra.

En sucesivas entradas os iré dando recetas con bechamel. ¡Ánimo! Esto es fácil y, ya sabes, la cocina no entiende de sexos.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

jueves, 13 de septiembre de 2018

Mamá, ¿es que te crees que soy tonto/a? El frigorífico




Mira, sé que es fácil colocar la compra en el frigorífico, pero, como la experiencia es un grado, escucha mis consejos.

En este electrodoméstico hay zonas diferenciadas por la intensidad del frío y los alimentos se colocan en la que corresponde a su necesidad de conservación.

En primer lugar, la zona más cercana al congelador en los frigoríficos modernos es la más fría y en ella colocaremos la fruta y verdura. Suele haber cajones y, para que la fruta de piel blanda no se estropee, yo pongo en el fondo del cajón papel de cocina o servilletas de papel.

El frigorífico para la maduración y, si compramos fruta o tomates verdes, podemos dejarlos fuera hasta que maduren. Los tomates colocados bocabajo sobre papel se conservan en perfectas condiciones durante bastante tiempo, aunque el dulzor se mantiene mejor sin refrigerar. Como los kiwis manchan mucho, es conveniente buscar algún recipiente solo para ellos.

A continuación, sobre la zona de la fruta colocaremos carnes y pescados crudos, pero en envases herméticos de cristal para evitar contagio de olores y, ante todo, contaminaciones cruzadas. Ya sabes que debes gastar estos alimentos en uno o dos días.

En los estantes superiores colocaremos alimentos cocinados, lácteos y embutidos. Lo cocinado debe conservarse en recipientes herméticos y ya sabes que aguantan varios días. Yo, por mi trabajo, sabes que cocino los fines de semana y voy sacando la comida del frigorífico, la caliento en el microondas, la dejo reposar unos cinco minutos y está muy buena.

Por último, en la puerta hay una zona estrecha para huevos, mantequilla y mermelada y otra más amplia en la que colocamos la leche, el agua, zumos…

Si cada vez que compras pasas la bayeta por el estante antes de colocar, mantendrás limpio el frigorífico, aunque de vez en cuando hay que limpiarlo a fondo. Antes de colocar la compra nueva, saca lo que queda para ponerlo delante y consumirlo antes.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

domingo, 9 de septiembre de 2018

Introducción a la poesía. Lope de Vega




Cuando alguien se acerca por primera vez al lenguaje poético, tiene la sensación de que lo que está leyendo muestra una gran complicación para descifrarlo. La poesía es para dejarse llevar por las sensaciones que transmiten las palabras elegidas por el poeta, tanto en su forma como en su significado.

Una primera lectura nos proporcionará información sobre su ritmo y en la segunda nos debemos fijar en la palabra o palabras que se repiten y que son su leitmotiv, es decir, la clave para llegar al tema que, a su vez, nos permitirá descifrar el poema. Y, poco a poco, llegaremos a entender, si no todo el contenido, cosa que no nos debe preocupar, por lo menos buena parte del mensaje del poeta. Vamos a intentar comprender el siguiente soneto del genial Lope de Vega, insigne escritor del Siglo de Oro español.

Soneto

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

(Soneto 126, Lope de Vega, Rimas)

Conforme avanzamos en la lectura del poema, percibimos que el poeta quiere transmitirnos su estado de confusión interior con los conceptos opuestos que nos llevan al último verso en el que nos descubre la causa de tal desconcierto, el amor. El vate hace partícipe de estos sentimientos encontrados a quien haya probado este veneno que desconcierta al más sereno de los mortales. Incluso quien ama es amigo del dolor que produce el hecho de amar y, tal vez, no hallar correspondencia. ¿Qué ser humano puede escapar a las emociones que nos quiere transmitir Lope?

Si reflexionamos un poco sobre el tema y las palabras que elige el poeta para transmitir su estado emocional, tal vez entendamos en nosotros mismos idénticas vivencias y lleguemos a la conclusión de que el "amor" es atemporal, es decir, está fuera del tiempo y lo trasciende.

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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

viernes, 7 de septiembre de 2018

Receta de las picardías de Caravaca




Las picardías son un dulce de elaboración sencilla. No he encontrado noticias sobre su origen, pero, si nos fijamos en los ingredientes, tal vez nacieron del aprovechamiento de lo que había en la casa para la Navidad. Recordemos que un ingrediente básico del secular alfajor era y es la avellana y azúcar hay siempre en las despensas.

Vamos a necesitar

-una piedra de mármol (puede ser un recorte, un trozo de loseta…)

-un cazo

-una cuchara

-aceite

-un par de servilletas de papel

-tarros herméticos de cristal

-papel de parafina (opcional)

Ingredientes

-1 kilo de azúcar

-1/4 de avellana tostada y pelada

-1 limón

Elaboración

En primer lugar, ponemos unas gotas de aceite en el mármol y las extendemos con las servilletas de papel. Una vez aceitada la piedra, echamos unos 200 gramos de azúcar en el cazo y lo llevamos al fuego; vamos removiendo hasta que el azúcar se haga caramelo, le añadimos 3 o 4 gotas de limón, o más, y echamos 6 o 7 avellanas.

A continuación, sacamos el cazo del fuego y, con la cuchara, vamos cogiendo una avellana y azúcar, a la vez, y las vamos dejando caer, ordenadamente, en el mármol (la picardía resultante se parece a un huevo frito).

Para terminar, después de esperar un buen rato para que se enfríe el azúcar, vamos echando las picardías a un tarro hermético de cristal y lo cerramos para que no se humedezcan.

Si hemos podido encontrar papel de parafina, parecido al que se usa en el horno, pero más fino y azulado, doblamos un pliego por la mitad y cortamos y vamos haciendo lo mismo hasta llegar a un trozo en el que se pueda envolver la picardía y, entonces, cortamos flecos en los extremos, antes de envolver. Quedan preciosas y con muy pocas podemos llenar un cestito, que es lo que tradicionalmente se pretendía.

Consejos importantes

-hacer las picardías sin niños

-echar el azúcar al mármol de manera ordenada para controlar qué picardías son las últimas

-tener en cuenta que el azúcar guarda mucho el calor y sus quemaduras son dolorosas

Y, ya sabéis, si decidís probar, la cocina no entiende de sexos.       






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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

Las picardías de Caravaca, tradición que tiende a desaparecer




Las picardías son unos caramelos de azúcar y avellana que en Caravaca se vienen regalando tradicionalmente a los niños en la noche de Reyes.

Esta voz, con esta acepción, no está recogida en el DRAE, pero sí en el Vocabulario del Noroeste Murciano del padre Ortín. En el diccionario de la RAE nos informan de que esta palabra procede de "pícaro" y, a su vez, de que "pícaro" es de origen incierto y en su segunda acepción significa "tramposo".

El DRAE en "picardía", en la primera acepción, señala que es un "engaño", un "disimulo". Si profundizamos en los significados, un "disimulo", según la misma fuente, consiste en la ocultación de algo para que no se vea o parezca distinto de lo que es; un "desengaño", en la producción de ilusión sobre todo óptica.

Las picardías se regalaban a los niños como una engañifa para llenar el hueco de lo que los padres no les podían ofrecer. Cuenta mi madre, casi nonagenaria, que el cestico de picardías con unos pocos duros de chocolate, algún que otro salchichón de caramelo y algún muñecajo de plástico transparente con diminutos anises de colores era el único regalo que recibía cada una de las hermanas en su casa.

Mis padres nos ponían a mis hermanos y a mí escasos juguetes, porque no había para más, pero nunca faltaba el cestito de picardías y otras golosinas que ocultaban las faltas y nos producían gran ilusión, porque mi generación siempre ha sido muy agradecida con lo que se le ha dado. Como anécdota, un año recibí un rico cestito de picardías y una preciosa acuarela blanca con un precioso y frágil pincel de cristal transparente, que siempre permanecerá en mi memoria.

Nosotros seguimos con mis hijas y sobrinos la tradición, pero hoy parece que solo los abuelos regalan picardías a los nietos y son tantos los regalos que reciben que muchos abuelos se las tienen que comer, olvidadas por las nuevas generaciones. Actualmente, como dicen los mayores, gracias a Dios, no se tienen que disimular las faltas porque sobra de todo y en este punto podríamos parar un poco y reflexionar sobre qué es la felicidad para los niños, porque los colmamos de tantos regalos que a veces nos olvidamos de que tenemos que hablar con ellos.

Todavía veo este goloso dulce en las confiterías del pueblo y en los puestos de turrón que ponen para la ocasión, pero me temo que pronto pasará al olvido porque las gominolas, las nubes y otros caramelos modernos han llegado a las vidas de los más pequeños pisando fuerte. 


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura

martes, 4 de septiembre de 2018

Resulta de que... Me alegro que... Dislates lingüísticos





Los hablantes de español deberíamos abordar con más seriedad cuestiones lingüísticas básicas que transmiten a quienes nos oyen nuestra madurez y conocimiento de la lengua de la que somos nativos. Dos dislates lingüísticos como el dequeísmo y el queísmo son evitables si prestamos atención a lo que os voy a referir.


El dequeísmo es el uso indebido de la preposición "de" delante de la conjunción "que" cuando dicha preposición no viene exigida por ninguna palabra del enunciado. Esta incorrección se comete sobre todo con verbos de pensamiento (pensar, opinar, creer…), de habla (decir, comunicar, exponer…), de temor (temer) y de percepción (ver, oír). No sería correcto decir o escribir: Pienso de que llegó tarde. / Resulta de que llegó ayer. Lo correcto sería: Pienso que llegó tarde. / Resulta que llegó ayer.

Hay verbos como advertir, avisar, cuidar, dudar e informar que se pueden escribir con "de" o sin "de": El policía advirtió que sería multado. / El policía advirtió de que sería multado.  

Para comprobar si un verbo necesita la preposición "de" podemos transformar el enunciado en interrogativo y, si la pregunta va encabezada por la preposición, esta debe mantenerse en la modalidad enunciativa: ¿De qué está seguro? / Está seguro de que aprobará. ¿Qué opina? / Opina que el mundo gira despacio. Esta misma comprobación sirve también para el queísmo.

El queísmo es el fenómeno contrario al dequeísmo, es decir, la supresión indebida de la preposición "de" delante de la conjunción "que" cuando la preposición viene exigida por alguna palabra del enunciado. Exigen la preposición verbos como acordarse de, alegrarse de, arrepentirse de, olvidarse de, preocuparse de. No sería correcto escribir o decir: Me alegro que hayas aprobado. / Me olvidé que me esperabas. Lo correcto sería: Me alegro de que hayas aprobado. / Me olvidé de que me esperabas.

Igualmente, se pone "de" con sustantivos que llevan complementos preposicionales: Tengo ganas de que vengas. Con adjetivos que llevan este mismo complemento: Estamos seguros de que será fácil. En las locuciones verbales caber o haber duda de algo, caer en la cuenta de algo, darse cuenta de algo.

Ya sabéis que, si prestamos atención a nuestra corrección idiomática, quienes nos oigan seguramente seguirán nuestro ejemplo. Además, nuestros usos lingüísticos son la radiografía de nuestra madurez como hablantes que nada tiene que ver con la que nos da el paso del tiempo.

¡Ah!, cuando doy este tipo de explicaciones, me baso en lo que afirma la Real Academia de La Lengua Española.





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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura