lunes, 8 de abril de 2019

Los farolillos de melón. Una tradición perdida




Cuando yo era pequeña, recuerdo que en las noches de verano nos juntábamos los niños de la calle para lucir los farolillos que nos habían hecho nuestros padres.

Estos eran de melones pequeños y amarillos, los más baratos por ser fruta de temporada. En primer lugar, les quitaban el círculo superior para poder vaciarlos; a continuación, les sacaban toda la pulpa y con cuchillos afilados o navajas les hacían dibujos de flores, caras… que, cuando se les ponía una vela encendida en el centro, se trasparentaban. El sostén de los faroles era un hilo fuerte para que no se desarmaran.

Cuando el farol estaba dispuesto, salíamos los zagales cantando por las puertas de las casas: "Avellanicas torrás, no comprar que están salás", y numerosas carcajadas inundaban el ambiente caluroso de la noche.  

Mi madre me refirió que, cuando ella era pequeña, los niños hacían lo mismo, pero hoy es una tradición perdida.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura