martes, 12 de febrero de 2019

El ritual de llevarse a la novia. Una tradición perdida




Hace poco caminaba por una estrecha calle del casco antiguo del pueblo y oí a alguien decir que aquella noche su sobrino se había llevado a la novia; extrañada, volví la cabeza y entendí la situación, porque aquel señor era de otra etnia.

No hace demasiados años, unos 35 o 40, era frecuente que se escuchara que el fulanito se había llevado a la menganita. Cuando la familia de uno u otro rechazaba a la persona elegida por su hijo o hija, si los jóvenes no querían terminar con el noviazgo, muchos se llevaban a la novia y así los padres tenían que aceptar a la fuerza la situación.

Con la mentalidad de que todo lo que era relacionarse sexualmente antes de la boda era pecado la mayoría de las mujeres llegaban vírgenes al matrimonio y, claro, después de haber pasado los novios la noche juntos en el coche, aquello había que resolverlo como Dios mandaba. Lo primero que hacía la pareja era presentarse en la casa de la novia y el padre seguía, podríamos decir, el ritual establecido por la sociedad que era echarlos a la calle. Tras varios días alguien les llevaba recado a la casa de los padres de él para que fueran a hablar con el padre de ella y resolvían el conflicto en una boda generalmente con la familia y ropa normal, sin pantomimas de celebraciones ni escándalo público porque, claro, estaban en boca de todo el pueblo. Si los novios no tenían recursos, se quedaban en la casa de ella hasta que se podían ir a vivir a otro lugar. A veces el calvario que tenían que soportar los marcaba para toda la vida.

Tal vez esto sorprenda a la gente más o menos joven, pero os animo a que preguntéis en vuestra familia porque seguramente hallaréis alguna sorpresa.

Hoy vivimos en otros tiempos y la Iglesia influye escasamente en el pensamiento de los jóvenes; creo que hay menos hipocresía o que se hace poco caso a lo que puedan pensar los demás sobre ti. Esto no sé si es bueno o no, pero es una evidencia que nos trae la modernidad.





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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura