viernes, 31 de agosto de 2018

Gajo, solaje. Palabras con encanto




Después de mucho bucear en el diccionario de la lengua de la RAE, primero en papel y ahora en su soporte electrónico, no deja de sorprenderme el hecho de no encontrar palabras que para mí son de uso habitual. Por supuesto que cada lugar, cada pueblo por pequeño que sea, tiene términos particulares que se conocen como localismos y que la RAE define en la cuarta acepción de esta voz como vocablo o locución que solo tiene uso en un área restringida.

Vamos a abordar dos palabras creo que muy conocidas o que, por lo menos, yo manejo muchas veces.

Gajo: Del lat. vulg. *galleus 'semejante a una agalla de roble o de encina'. Esta palabra sí está recogida en el DRAE, pero no con las acepciones con las que la empleamos en esta zona; tampoco hace alusión a las mismas el padre Ortín en su Vocabulario del Noroeste Murciano.

Nosotros llamamos "gajo" al cuerpo del caracol, es decir, a su parte comestible. También se llama así a la avellana o a la almendra, por ejemplo, la gente dice o decía: "Voy a comprar gajo para el alfajor".

 

Solaje: No recogida en el DRAE y sí en el Vocabulario del Noroeste Murciano del padre Ortín como poso, heces de líquidos, sobre todo, del vino y del aceite, acepción con la que nosotros empleamos también este sustantivo.

Esta palabra procede de "suelo" (del latín solum) que significa asiento o poso que deja en el fondo una materia líquida (DRAE) más el sufijo "–aje" (del fr. -age y del occit. y cat. -atge, y estos del lat. -atĭcus) que en la tercera acepción recoge que a veces indica conjunto (DRAE).



--
Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura