domingo, 12 de agosto de 2018

El alfajor de Caravaca



El alfajor (Del árabe hispánico fašúr 'néctar' , este del persa afšor 'jugo', y este del pelvi o persa medio afšurdan 'exprimir') es un dulce típico de la Navidad que se elabora con miel, avellana, almendras, pan, ralladura de limón y de naranja, canela en polvo, anís seco matarratas (aguardiente de ínfima calidad muy fuerte) y esencia de bergamota (pera muy jugosa y aromática). La pasta que se hace con los anteriores ingredientes se extiende entre dos obleas finas de harina de trigo.

La receta del alfajor presenta variaciones en función de la gente que la elabora. Hay quien añade, a la básica, piñones o nueces; hay quien escalda la almendra y luego la tuesta, quien la tuesta y después la pela y quien la pone cruda. Mucha gente muele los frutos secos y otra mucha los pica y los deja en trozos grandes. La miel de romero es exquisita, pero hay quien la prefiere de otras flores. A mí me encanta ir probando el alfajor donde te lo ofrecen, o te lo ofrecían, porque ya se está perdiendo la costumbre de convidar con un plato de dulces navideños a quien va a tu casa, de visita o no, esos días.

Como curiosidad os cuento que antes se hacían rosquetes para luego sacar de ellos el pan del alfajor. Recuerdo que tenían forma de "u" alargada y que, después de cocidos en el horno, eran duros, de manera que, literalmente, no se les podía hincar el diente; luego, se molían en las máquinas de triturar carne que había en las casas de las matanzas de los cerdos o se picaban en un mortero. Hoy se compra el pan ya molido en las tiendas y panaderías, pero aquel, que no era tan fino como el moderno, sabía de manera especial, y no es añoranza.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura