domingo, 12 de agosto de 2018

Las obleas del alfajor



Como es muy curioso y desconocido el proceso de fabricación de las obleas, os lo voy a contar.

Lo primero que se hacía era preparar la masa que llevaba harina de trigo, agua y un chorrito de aceite; La textura tenía que ser algo más clara que la de un yogur cuando le damos vueltas.

Luego, se sentaban en una silla baja junto a un fornel y ponían el molde a calentar. Este artilugio era una especie de estufa sin tapadera que primero fue de serrín o leña, y que había que recargar cada dos o tres horas, y más tarde de butano con tres difusores que abreviaban el proceso. Según cuenta mi familia, dicho fornel de butano fue ideado por mi padre, Ángel Reinón, que lo dio a conocer a quienes se dedicaban a esta industria para mejorar las condiciones de trabajo.

El molde, enteramente de hierro con placas grabadas y nudo de alicate con una argolla al final del mango para graduar el grosor de la oblea, venía a ser como unas tenazas de atizar el fuego, pero considerablemente más grande porque pesaba unos cuatro kilos y, cada vez que se echaba una cucharada de harina, había que darle la vuelta en el aire.

Una vez caliente el molde, se abría y se ponía una cucharada de masa en el centro; a continuación, se le daba la vuelta, para que no se calentara una parte más que la otra, y se recortaba, de la oblea que ya estuviera fuera del molde, la harina que había salido tras presionar las dos caras del mismo. Este tiempo del recorte era el que necesitaba la oblea del molde para cocerse. Este se cerraba muy apretado ayudado por el pasador que llevaba al final del rabo. El recorte de la oblea lo pedían los vecinos para las pellas de los animales ya que al ser de harina y aceite servía para su engorde.

Cada hoja se colocaba, una vez recortada, en una torre sobre la anterior y, así, una a una hacían cada día un montón de obleas que al final de la jornada se contaban en docenas y se envolvían. En una jornada de trabajo de ocho a diez horas se producían entre treinta y cuarenta docenas de obleas (24 hojas por docena). Al principio se les ponía una tira de papel blanco pegada con harina para separar cada docena, pero, luego, para facilitar las cosas, se pasó a envolver varias docenas juntas.

Curiosamente, como cada docena lleva veinticuatro hojas, porque una oblea de alfajor necesita dos hojas, mucha gente las llamaba "dobleas", por eso de eran dobles, digo yo.


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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura