jueves, 11 de octubre de 2018

Tartera. Palabras con encanto




En Caravaca la palabra "tartera" se refiere tanto al continente como al contenido, es decir, al recipiente en el que ponemos el guiso y al guiso mismo. Una tartera bien hecha lleva patatas peladas y cortadas por la mitad a lo largo, carne que puede ser conejo, cordero, cabeza de res…, tomate y cebolla cortados a trozos largos, piñones en abundancia, ajos, guíscanos, si es el tiempo, sal, aceite, pimienta molida y un buen chorro de vino tinto. Luego, a la hora de comer la tomamos con ajo en el mortero, que puede llevar yema de huevo o no, pero no le puede faltar ni un buen aceite ni abundante ajo.

Esta acepción, aunque sí la palabra, no está recogida en el DRAE, pero el Vocabulario del Noroeste Murciano del padre Ortín la refleja y dice que es una llanda (voz no recogida en el DRAE), bandeja de hojalata, plana y rectangular. Y nos informa de que es un uso restringido en Caravaca y que está reflejado en algunos vocabularios.

Por lo tanto, lo que para muchos es un asado para nosotros es una tartera; lo que unos conocen como llanda o rustidera, es para nosotros una tartera y ninguna de estas denominaciones es incorrecta, sino que son localismos.

Como anécdota os voy a contar algo que me aconteció hace ya algunos años. En Huéscar de Granada, en el tablón de anuncios de la sala de profesores colgaron el menú para la cena previa a la Navidad que consistía en latas de carnes variadas. Me pareció una oferta sugerente y esperaba con ansiedad ver el nuevo plato cuyo nombre prometía. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré las mesas llenas de tarteras y llegué a la conclusión de que la lata y la tartera eran la misma cosa. En aquel momento aprendí a preguntar por el contenido de sugerentes nombres de platos que pueden contener algo cotidiano y no es que no estén buenos, pero, para comer calabaza frita con cebolla, bastante tengo con la de mi casa.  



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura