miércoles, 27 de junio de 2018

Adivinanzas tradicionales


La tradición oral ha sido a lo largo de los siglos una fuente de entretenimiento y de aprendizaje para el pueblo llano, que no tuvo la suerte de ir a la escuela.

Tradicional es todo aquello que vive con el pueblo y que este hace suyo y, precisamente, es en sus variantes donde se manifiesta su vitalidad. A pesar de que corren malos tiempos para este tipo de manifestaciones, algunas tienen cabida todavía hoy en los libros de texto pero como algo anecdótico.

Las adivinanzas enseñaban a pensar y, una vez que se conocía la estrategia de respuesta, a poner en funcionamiento la imaginación. Eran fuente de entretenimiento y, como todos los materiales tradicionales, presentaban diferente temática según la edad y, por qué no, según el sexo del emisor y del receptor. Cuando se trataba de reuniones de adultos, se jugaba frecuentemente con la malicia de quien escuchaba que se dejaba llevar por la sugerencia del planteamiento y, cuando se daba la solución real, se quedaba desarmado y avergonzado de su razonamiento porque en la mayoría de los casos se jugaba con el erotismo y la sensualidad que se despertaba en los que escuchaban.

Voy a poner dos ejemplos:

En las manos de una dama/ casi siempre estoy metido/ unas veces estirado/ y otras veces encogido.

 

Una cuarta y poco más/ tengo para mi recreo/ todos se mueren de gusto/ cada vez que lo meneo.

 

Si empezamos a pensar en la posible solución de la primera, nos fijamos en palabras como: "manos", "metido", "estirado", "encogido", y las asociamos con el juego erótico.

En la segunda adivinanza ocurre lo mismo con las palabras: "una cuarta", "recreo", "gusto", "meneo".

La primera adivinanza es más sutil, la segunda más directa y podríamos decir que hasta grosera. Pero, cuando el emisor da la respuesta, nos desarma y hasta nos avergonzamos de nuestros pensamientos "impuros" porque se trata en los dos casos del abanico.    



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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura