martes, 20 de noviembre de 2018

¿Mamá, es que te crees que soy tonto/a? Vamos a escaldar almendras




Quitar la piel a las almendras es fácil si sigues mis consejos. En primer lugar, compra almendra libre de cáscara. Según la cantidad a escaldar, prepara un cazo o cacerola con agua y llévala a ebullición. Cuando esté hirviendo, echa un puñado de almendra y la dejas dos o tres minutos en el agua, sin apartarla del fuego. A continuación, retira con cuidado una almendra y prueba a quitarle la piel y, si sale con facilidad, ya está para sacarla del fuego. Con una rasera la extraes con cuidado, la dejas en un escurridor de verduras y vas repitiendo la operación hasta que esté toda la almendra escaldada. Una vez pelada, la dejas un par de días para que se seque bien.

Si quieres preparar almendras fritas para el aperitivo, en primer lugar, prepara un plato con papel de cocina doble para echar la almendra una vez frita y pones en el fuego una sartén mediana con un par de dedos de aceite; no dejes que llegue a echar humo, pero caliéntalo bien y pon un puñado de almendra que debes de remover constantemente para que se haga de manera uniforme. Cuando veas que empieza a dorarse, la sacas con la rasera con mucho cuidado y le pones sal recia. Una vez fría, la guardas en un recipiente hermético y verás cómo dura mucho tiempo.

Si lo que quieres es un aperitivo menos calórico, pones almendra en el horno sobre papel para hornear, le das vueltas de vez en cuando y, cuando la saques, le pones sal. Estas almendras toman menos la sal que las fritas.

Para hacer bizcochos o dulces, hay que molerla y se puede hacer en la picadora del tercer brazo o en cualquier molinillo.

La cocina es entretenida y no entiende de sexos, por lo tanto, animo a la gente joven a que se ponga el delantal y a que se sorprenda al comprobar que, cuando se colocan las viandas en la mesa, no se distingue el sexo de quien las ha preparado. Pero no vale dejarlo todo enredado, pues las actuaciones estelares las reservamos para esos programas de la tele que se han puesto tan de moda; la cocina se deja como se encuentra, supongo que desenredada.





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Encarna Reinón Fernández
Profesora de Lengua Española y Literatura